Permíteme una pequeña introducción, que acaso te animará a revelar tu propia respuesta, la connatural a tu Dios.
Acerca de las "leyes de la naturaleza", tenemos una idea formada. La ciencia ha formulado, ha abstraído leyes a partir de la observación, la experimentación y el pensamiento metódico, y sigue haciéndolo, hacia lo más específico de continuo; y estas leyes, explícita o implícitamente, conforman un mundo conceptual en que vivimos (¿también?), un marco referencial que nos permite interpretar nuestra realidad, y atribuir significado y sentido natural a lo que vemos y vivimos.
Hay otra posibilidad, que te va a sonar un poco loca. Podria ser que alguna, o algunas, de estas leyes que damos por ciertas porque fuimos criados y educados en ellas, se cumpla a mis ojos precisamente porque fui educado, preparado, para verla cumplirse por doquier. Podría ser que lo que te enseñaron lealmente, por ejemplo, acerca de nuestro ecosistema cerrado en que las mismas aguas oscilan eternamente entre la tierra y los cielos, esté equivocado, y que en realidad aguas nuevas se incorporen al sistema de continuo en modo de grandes bloques de hielo que ingresan a la atmósfera desde el espacio exterior y se evaporan para ser nubes. Y aún, si tal fuera el caso, tú seguirías creyendo en la idea del ecosistema cerrado, aislado -que es tristísimo-, porque es lo que viene built-in en tu cultura, y nadie puede volverse experto en todo como para corregir todos los errores de lo aprendido.
Hay una última -por ahora- posibilidad, más extrema :-), no menos dolorosa que bella, porque de ser real nos hace mucho más libres que lo que jamás hayamos soñado, y en esa libertad maravillosa, casi divina, casi inevitablemente elegimos libremente ser esclavos. Como que se te da la inmortalidad, y te mueres de miedo. En esta hipótesis fantasiosa, ocurre que aquéllo en lo que crees, sucede, se comporta como si fuera real, para tí. Si tú crees fervientemente que no puedes atravesar esa pared con tu mano, seguro que no podrás (con lo que no estoy afirmando que podrías de lo contrario, pero acaso).
Más fácil todavía, un caso citado por el prof. Dan Ariely de la Universidad de Duke en alguna de sus conferencias disponibles en youtube: a un muchacho le recetaron pastillas para dormir, y lo incluyeron en un grupo experimental con una fórmula nueva que estaban sacando al mercado. Para probar el efecto de una fórmula nueva, toman un grupo de voluntarios y lo dividen en dos: unos, reciben pastillas con la fórmula nueva; los otros, reciben pastillas idénticas, pero son sólo azúcar. Nuestro protagonista fue incluido entre quienes recibieron pastillas que son sólo azúcar, pero claro está, él no lo sabe: él cree que son pastillas para dormir potentes, de esas que nunca vas a tomar más de una. Pero, pobre, uno de esos días lo deja su novia, y él no se lo toma del todo bien, por lo que decide suicidarse. Se engulle un blíster entero de las pastillas para dormir que son en realidad azúcar. Al cabo de un par de minutos, se siente mareado, el mareo aumenta rápidamente, se cae al suelo, le cuesta respirar, empieza a ver borroso. En un centelleo de lucidez se arrepiente de lo que hizo y decide buscar ayuda: logra llegar hasta el teléfono y pedir una ambulancia. Lo encuentran inconciente, lo llevan al hospital. El lavaje de estómago revela que comió azúcar como de tres caramelos. El laboratorio les confirma que está en el grupo de prueba con placebo. El muchacho despierta. Le cuentan la verdad, descarnada, en su rostro. Se levanta, en perfecto estado de salud, y se va.
Una maravillosa metáfora, desde otro lado -derriba más muros todavía- de lo mismo puedes hallar en el cuento «Algo muy grave va a suceder en este pueblo», de Gabriel García Marquez. Lo hallarás en las primeras tres páginas de
http://www.sedmagdalena.gov.co/comunicaciones/2014/Lecturas_Gabo.pdf
, o en una bellísima lectura de Hernán Casciari, en
https://youtu.be/Gg9S83d3ixI
. Otra metáfora emocionante y precisa de lo mismo, la conté en "TODO LO QUE PIDES podría estar cumpliéndose, y tú que no te das cuenta":
https://www.youtube.com/watch?v=fCCio4bbUT0
Vayamos al caso. La Naturaleza es una suerte de software, un programa, un algoritmo relativamente sencillo que consta de instrucciones que son recurrentes a lo largo (las mismas instrucciones renuevan constantemente su vigencia), a lo ancho (las mismas instrucciones, o las reglas que se derivan de ellas, rigen sobre todas las variantes de todo lo que existe todo el tiempo), y a lo hondo (las partes que componen a un todo se rigen por las mismas reglas o instrucciones que rigen al todo, y por consiguiente, responden a la misma estructura, y a la misma sustancia, y así las partes de las partes, hasta). Esto es: hay materia prima, "elementos", hardware, y hay el software de la creación: las leyes de la naturaleza, y el modelo arquetípico necesario para discriminar entre mal y bien. Me gusta como punto de partida de una teoría verdaderamente de Todo.
Acompáñame más allá, por favor. Los masones le llaman "el Gran Arquitecto". Otros le atribuyen la ingeniería de todo. Aldous Huxley le apoda "Mind in Large", la gran mente, la gran conciencia. De innumerables modos han llamado culturas y tradiciones y religiones a las manifestaciones múltiples de lo "divino": de la conciencia que piensa todo lo que es, de la conciencia que ve todo lo que es (que por tanto, es, y hasta aquí las implicancias de lo que la física cuántica ha revelado nos acompañan). La palabra "Dios" -a fuer de su etimología que nos remite a la mitología griega-, en su intento de abarcar a una entidad incognoscible (que se vuelve incognoscible desde que la defines entidad, y separada de tí), es más la denominación de una incógnita que la definición de algo.
Creo que si logras asentir, comulgar, con lo dicho hasta aquí -y especialmente con esta última conclusión-, te será fácil comprender que lo que denominamos "leyes de la Naturaleza" es apenas el título de un compendio de enunciados que tenemos capacidad de enumerar, de detallar, de explicar, de demostrar (y de cuestionar, de refutar, de modificar, porque no provienen del universo mismo sino de nuestra comprensión de él, que fluye y se modifica sin cesar). Aún si no somos científicos: con paciencia y algunas búsquedas inteligentes online, puedes cubrir todo el espectro, y comprenderlo cabalmente. Si te quedan puntos oscuros que no cuentas con base previa para comprender, hallarás tantas fuentes de conocimiento en la red, tantas sendas que conducen a respuestas, que el desafío será -otra vez- precisar lo más posible tus preguntas, y hacerte de cuantas metáforas posibles de lo que las originan, de modo que puedas discriminar cuan finamente posible entre quienes tienen respuestas para tí, y los charlatanes narcisistas que apenas han aprendido algunas palabras y las usan para hacerse de dinero u honor.
Las "leyes de la naturaleza" son una creación humana que se renueva de continuo, de modo cada vez más preciso, detallado, minucioso. Predecimos una proporción enorme de lo que adviene a nuestro mundo físico, desde nuestro propio cuerpo hasta el detalle más ínfimo de sus entrañas y hasta las galaxias más lejanas. Y empezamos a advertir que El Algoritmo prevé que nuestras predicciones incidan en el modo en que efectivamente se conducirá la realidad.
Yo veo detrás de El Algoritmo a un Programador, conciente de sí que es decir conciente de todo, con voluntad y propósito -que es lo que e estira la línea de tiempo de todo- que se muestra o insinúa en una innumerable variedad de manifestaciones, a las que hemos puesto nombres, puesto que las podemos definir, o explicar, o al menos articular preguntas a su respecto. Pero no así a El, el Ignoto, el Uno, inaccesible desde la multiplicidad, que en el centro del Jardín creó el Bien y el mal, y la Libertad que les da sentido.
Provista la introducción, vamos a tu pregunta; No.
"Dios" no puede ser entendido como las leyes de la naturaleza. Cuando hablas de Dios, hablas de lo que en última instancia te hace, te constituye, de continuo, y tú lo significas. La naturaleza no está en tu corazón; es lo divino lo que lo constituye.
Provisto todo lo dicho, en señal de gratitud por las buenas reflexiones que me ha regalado tu pregunta, quiero aún regalarte un consejo que me ayuda todos los días. Para hallar a Dios, dibújate en tu conciencia las cualidades máximas que sabes atribuir a lo que seas capaz de llamar "Dios". Fíjate: ha de ser bueno, justo, atento, misericordioso, difícil de enojar, generoso, comprensivo, de perdón fácil, compasivo, presto a aliviar a quien duele, etc. Procura ser tú todo eso. Procúralo todos los días, todo el tiempo. Ensáyalo. Practícalo. Ponte a prueba en situaciones difíciles. En situaciones difíciles, comprende que estás a prueba. Así, hallarás a Dios en tí, hallarás la impronta de Dios que hay en tí (Gen. 1,27); despertarás a lo divino que hay en tí. Y entonces, vendrás a enseñarnos a todos.
Que te sea de esclarecimiento, de desafío, y de bendición.
