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יום רביעי, 9 ביולי 2014

Tsuk Eitán, Gaza Tamuz 5774


El Estado de Israel batalla en Gaza. Para frenar el ataque hacia nosotros con misiles que fueron fabricados allí durante años, bajo las narices concientes de Israel, que observó todo el proceso y le permitió, por alguna razón, fructificar. Hoy, no hay un objetivo a esta operación más allá de neutralizar la capacidad de ataque del Hamas (cuyo nombre significa en hebreo "expoliación", para recordarnos que dicha práctica entre nosotros abre las puertas al mal que nos acomete) y sus amigos (sin duda, representantes del resto de las cualidades que el pueblo de Israel tiene que enmendar en general y en particular, para enmendar su destino): que no puedan, por un tiempo, disparar sobre nosotros; al menos no mucho. 
¿Por qué contentarnos con ese objetivo humillante, si es posible apostar a un cambio verdadero y completo, enmendando entre nosotros todo lo necesario para una vida de shalóm (en cada hogar, en cada sector social, en el país y de él hacia fuera) para el bien común, para el más amplio bien común? 
Alguien eligió apodar a esta operación militar con el nombre "Tsuk Eitán" (algo así como "roca poderosa", o "fundición firme"), cuyo valor numérico 657 nos remite inmediatamente a la aseveración de nuestros sabios: "Todo lo que Hace el Creador-Misericordioso, para Bien lo Hace" (en arameo: "kol man deávid rajmána, letáv ávid").
Y en lo referente a la operación Tsuk Eitán, la aspiración se ve alta: con el mismo valor numérico de su nombre, no sólo (Shemot-Ex. 15,1) "al caballo y a su jinete levantó en el mar" sino que luego, (Shemot 15,25) "Y se endulzaron las aguas" ("vaimatkú hamáim"). Incluso aquellas aguas que sirvieron para vencer al enemigo, que se vincularon con la muerte, se endulzan tras la batalla. No hay pérdida ninguna.
Esto, todo tiempo que seamos dignos de ayuda de lo Alto; que rectifiquemos nuestra línea de acción con la finalidad trascendental de nuestra vida sobre la tierra. Esto, todo tiempo que salgamos a enfrentar al enemigo externo desde la decisión de vencerlo por completo; algo que no se ve fácilmente en las declaraciones de quienes comandan la nación, que supieron todo el tiempo acerca de la fabricación local en Gaza de miles de misiles que están siendo disparados justo ahora hacia casi todo el territorio de Israel, y por alguna razón, permitieron que ocurriera. Esto, todo tiempo que, por fin, exacto como fue condición también para la conquista de la tierra en tiempos de Iehoshúa-Josué, nos unamos como un sólo hombre a defender nuestro asentamiento en nuestra tierra, cuyo objetivo es de modo revelado (Vaikrá-Lev. 25,38) "ser para vosotros E-lokím" ("lihiót lajém leE-lokím" = 657), lo que no es posible sino por vía de que se cumpla (Bamidbar 5,3) "y no contaminarán (de impureza, de pecado) sus campamentos". No reinará el bien sin la depuración o conversión del mal. De suyo, de la impureza ya vigente hay que liberarnos también.
Esta es una oportunidad singular, colectiva, de elegir los caminos de lo Alto, de elegir las leyes sobrenaturales que rigen sobre Israel cuando Israel hace lo necesario para merecerlo, para estar a la altura del milagro necesario. (Ezeq. 13,23) "Y sabréis que Yo soy Hashém" ("vida'tén ki Aní Hashém" = 657) es la finalidad trascendente de toda intervención divina en el campo de batalla, y entonces, debemos probar y revelar valentía y coraje para defender lo nuestro tenazmente, neutralizar por completo al enemigo externo que nos amenaza a todos, desde el esfuerzo íntimo invertido en enmendar con amor las reglas que rigen nuestras vidas y los vínculos que nos unen, para brillar desde (Kohelet-Ecl. 12,10) "palabras-cosas de Verdad" ("divréi Emét" = 657) que laten dentro nuestro, dentro de cada quien, y así en círculos concéntricos, en la comunidad humana que nos reúne.



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